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Celebran café y letras 10 años de unión

Autor: UDEM
Créditos: Archivo UDEM

Entre café, un micrófono, letras  y papel, a lo largo de diez años, estudiantes y colaboradores de la Universidad de Monterrey han visitado los mundos de escritores como Albert Camus, Virginia Woolf y Ernest Hemingway, en el lobby de la Biblioteca UDEM.

El Café Literario… y Algo Más llegó a su décimo aniversario y, para celebrarlo, se reunieron Rosa Rodríguez, fundadora del ciclo; Antonio Ramos Revillas, actual titular de la Dirección Editorial de la UANL; el escritor Julio Mejía III, y los estudiantes Sofía Carrington y José Javier Ponce de León, integrantes del grupo Punto y Coma, el pasado miércoles, dentro de las actividades de la UDEM en la Feria Internacional del Libro Monterrey 2018.

Los ponentes del panel recordaron el paso –dentro de este programa de fomento a la lectura– de autores como Tomás Urtusástegui, Mario Bellatín, Luis Armenta Malpica, Rocío Castelo, Miguel Covarrubias, Margarito Cuéllar, José Javier Villarreal, Jeannette Clariond, Gabriela Cantú Westendarp, Sofía Segovia y Xavier Moyssén, entre una larga lista de escritores, artistas plásticos, cineastas, arquitectos y académicos.

Rosa Rodríguez, impulsora y coordinadora por siete años del Café Literario, señaló que, al crear este espacio,  abrió una puerta a muchas personas –ella incluida­– para conocer la literatura que se publica en Monterrey.  

El Café Literario es un espacio en donde asisten escritores, colaboradores y estudiantes, a quienes les gusta leer, cuya asistencia se ha incrementado con el tiempo, de 15 personas al principio a tener el lobby de la Biblioteca lleno: “hemos tenido alumnos fan, que van a todos los Cafés”.  

“Muchas veces traen ese entusiasmo por la lectura y, para ellos, es un espacio en donde hablamos el mismo idioma, porque resulta que terminamos un libroy no hallamos cómo compartirlo”, expresó.  

La promotora de la lectura reconoció el trabajo realizado por el equipo de Biblioteca, porque el Café Literario se hace entre varias personas, unidos por el deseo de convocar a platicar sobre el poder de la lectura.

“Algo que es muy bonito del Café Literario es que compartimos nuestro gusto por la literatura, nuestros libros y nuestra lectura, lo que nos ha conmovido e impresionado”, comentó.  

Recordó, especialmente, a la escritora Dulce María González, quien habló sobre la novela “Trilogía de Nueva York”, de Paul Auster, lo que llevó a Rodríguez a leer no solo ese libro, sino un conjunto de títulos del mismo autor, hasta hacerse admiradora de su obra, tan solo porque alguien le recomendó su lectura.

Antonio Ramos Revillas afirmó que el Café Literario es un modelo que se debe replicar y lo recordó, por sus participaciones en el ciclo, como un espacio “hospitalario, con una sensación de familiaridad muy agradable para estar ahí”.

“Es urgente y necesario que se fomente la lectura en las universidades, porque los chicos ya van muy definidos de que si son ingenieros solo se concentran en sus temas, pero parte de la educación integral tiene que ser conocer los demás ámbitos y la lectura es una herramienta ideal”, expuso.

El escritor señaló la necesidad de dotar de vida a las bibliotecas, en las que, además de jóvenes estudiando, haya momentos para darle la bienvenida a los lectores “por ocio y por gusto, no porque tenga que contestar un examen o hacer una tarea”.

“En el Café Literario había una comunión, todos le daban la importancia al evento (…) había una sensación de calidez, de estar entre amigos, entre gente que trae letras en la sangre: encontrar gente que toma los libros como algo sagrado, te reconforta”, indicó.

En su intervención, Julio Mejía III relató la forma en que conoció el Café Literario hace 10 años, el cual le parecía como un evento tradicional en la UDEM, por su formalidad y constancia, sin saber que apenas empezaba.

“No sé qué pasó en ese año maravilloso de 2008 que a partir de ahí empezó a haber como una efervescencia o más inquietudes en lo que respecta a la literatura en la Universidad de Monterrey, parece que todo inició con el Café Literario”, como el certamen literario de la Dirección de Difusión Cultural, Palabras que Cuentan, y la creación del grupo estudiantil Punto y Coma.

“No creo que sea una alegre coincidencia, creo que la energía que estuvo puesta detrás de ese Café Literario ha sido esencial para impulsar el interés de toda una comunidad”, sostuvo. 

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