Propone Irene Vallejo el diálogo para salud de la democracia
Créditos: Archivo UDEM
- Después de recibir el Premio Nuevo León Alfonso Reyes 2025, Irene Vallejo, autora del ensayo de no ficción El infinito en un junco, tuvo un conversatorio con estudiantes del área de Humanidades de la Universidad de Monterrey
La escritora española Irene Vallejo enfatizó que la democracia es esencialmente una conversación entre la ciudadanía y que la salud de la misma se ve comprometida cuando se perturba por la polarización, el odio o las trincheras.
La autora del exitoso ensayo de no ficción El infinito en un junco, así como de los libros de artículos El futuro recordado y Alguien habló de nosotros, se reunió con estudiantes de Humanidades de la Universidad de Monterrey al mediodía de este jueves, en un conversatorio en la Sala de Eventos del Centro de la Comunidad Universitaria.
El encuentro brindó a la comunidad estudiantil un espacio para dialogar con la filóloga española, después de recibir el Premio Nuevo León Alfonso Reyes 2025 este miércoles en una ceremonia solemne en la que estuvieron presentes representantes de las instituciones convocantes: Gobierno del Estado de Nuevo León, la Secretaría de Cultura y CONARTE, la UDEM, la UANL, el ITESM y la U-ERRE.
A su llegada al campus de la UDEM, Vallejo realizó un recorrido por diferentes espacios, iniciando con la visita a la escultura de gran formato Teorema lunar, de Manuel Felguérez, pasando por el Centro Roberto Garza Sada de Arte, Arquitectura y Diseño, obra del japonés Tadao Ando, la fuente escalonada en los jardínes de El Solar y el mural El Espejo, de Felguérez, en el primer piso del edificio de Rectoría, para terminar en la campana Vox Veritatis, donde el alumnado celebra la culminación de sus estudios universitarios.
En la plática con la galardonada, estuvieron presentes diversos directivos de la Universidad, encabezados por el rector Mario Páez González; así como Carlos Basurto Meza, vicerrector Académico; Luis Iturralde Siller, vicerrector de Desarrollo; y Nery Gracia, vicerrectora de Comunicación y Mercadotecnia, junto con otros directivos de la UDEM.
La autora argumentó que el cultivo del debate como parte troncal de la educación es algo que le hace falta a la sociedad actual. Los antiguos griegos ya convirtieron la elocuencia en materia de estudio: la retórica.
“Yo creo que quizá a nosotros nos falta ese cultivo del debate como parte troncal de la educación para saber defender las tesis, argumentarlas sosegadamente”, sostuvo.
EXTENDER EL LIBRO A LAS PANTALLAS ES VALIOSO
Respecto a la oralidad, la escritora desafió la tendencia a oponer nuevas herramientas a las antiguas, como las pantallas y el libro. Aseguró que la ampliación de posibilidades hacia la lectura y el pensamiento es siempre valiosa.
“Creo que la ampliación del espectro de posibilidades y caminos hacia la lectura, hacia la palabra, hacia el pensamiento son siempre valiosas”, afirmó.
Vallejo aseveró que las nuevas tecnologías no nacieron para reemplazar la oralidad, sino para complementarla. Recalcó que la oralidad sigue siendo fundamental, desde la conversación socrática hasta los debates.
“Esto ya lo decía Sócrates: los libros no responden a nuestras preguntas y, por eso, es tan importante también encontrarnos cara a cara y poder plantear nuestras dudas y recibir una respuesta concreta a esa necesidad que planteamos”, señaló.
Vallejo se refirió a la búsqueda de guías, un tema muy ligado a la relevancia de los libros. Afirmó que las ideas esenciales y las brújulas de sabiduría se perderían sin un registro duradero.
“Nuestras mejores ideas, nuestros mejores hallazgos, esas brújulas éticas y de sabiduría se perderían si no tuviéramos la posibilidad de dejar un registro duradero de todo lo pensado, hallado y descubierto”, señaló.
La filóloga recordó la frase medieval sobre sentirse “enanos a hombros de gigantes”, siendo los libros esos gigantes. Esto permite a las nuevas generaciones mirar con la perspectiva de lo ya alcanzado.
“Creo que esos gigantes son los libros, aunque parezcan pequeñitos en tamaño. Y El infinito en un junco es un ensayo que trata de hablar precisamente de la grandeza de lo pequeño y de la fortaleza de lo aparentemente frágil”, expuso.
La escritora destacó que los clásicos son interlocutores privilegiados en una conversación continua. A su juicio, estas obras ayudan a encontrar conceptos fundamentales para construir discursos y modelar el futuro soñado.
“Ser original es volver al origen, es decir, volver a los clásicos, volver al pasado, volver a la memoria, no para aceptarlo de una manera acrítica, no para reproducirlo, sino para encontrar allí ese diálogo fértil y constante”, indicó.
La también reconocida con el Premio Nacional de Ensayo (2020) subrayó que regresar a los orígenes es la verdadera forma de ser original, un término que etimológicamente remite al origen. No obstante, insistió en la necesidad de cuestionar los aspectos oscuros de los clásicos.
“Entonces creo que en ese camino de ida y vuelta nos descubrimos, entendemos cómo hemos llegado a ser quienes somos, pero también aprendemos a cuestionar incluso aquellas obras, aquellos autores que nos siguen inspirando”, apuntó.
Al hablar de cómo conectó el mundo antiguo con el contemporáneo en su obra, mencionó que su enfoque siempre es hallar vías de comunicación. Se preguntó qué es lo realmente importante del pasado para entender el presente.
“Yo siempre estoy atenta a dónde están esos vasos comunicantes y en El infinito en un junco todas las anécdotas que cuento... aparecen porque creo que explican alguna faceta de lo que somos y porque creo que es esencial conocerlos y entenderlos”, relató.
MEMORIA, LENGUAS Y PENSAMIENTO, CIMIENTOS ESENCIALES
Vallejo lamentó la pregunta constante sobre la utilidad de las letras, una duda con la que ha tropezado toda su vida. Defendió que la memoria, las lenguas y el pensamiento son cimientos esenciales.
“¿Qué concepto sólido de utilidad podemos construir que no cuente con esos ingredientes además de otros? Entonces, estoy intentando demostrar que la filología, la filosofía, la historia son esos cimientos esenciales”, asentó.
Vallejo confesó ser una lectora asidua de poesía y la consideró esencial porque enseña a mirar y a reparar en las cosas. Explicó que el verbo “reparar” significa tanto fijarse como sanar o arreglar algo.
“Y en El infinito en un junco la idea era precisamente conseguir que quienes me lean vean los libros, no como un objeto cotidiano que damos por sentado, sino como la suma de todo ese camino, de todas esas luchas, de todas esas búsquedas, como nuestro testigo, nuestro confidente, nuestro compañero, nuestro amigo”, comentó.
La lectura de poesía ayuda a ver los libros como “lo más parecido a la voz humana que existe dentro de los silencios”. El asombro, decía Aristóteles, es la base de la filosofía, y la poesía lo desarrolla.
“LA LITERATURA CON NOMBRE PROPIO EMPIEZA CON UNA MUJER”
La filóloga relató que al comenzar su camino en la escritura, los modelos de prestigio eran casi siempre masculinos. Recordó que no imaginó escribir, pues sentía que no reunía los requisitos: “no era hombre y no estaba muerta”.
“Y entonces el impacto que me causó El diario de Ana Frank, no solo por el contenido y por la historia, sino también por el hecho de darme cuenta por primera vez que una chica, una adolescente... podía haber escrito un libro que se convertía en un clásico”, comentó.
Desde entonces, Vallejo se impuso la tarea de trabajar en el pasado para abrir surcos que permitan a las mujeres estar en el presente y evitar que las escritoras de hoy sean el olvido de mañana.
“Entonces, yo también me impuse un poco esa tarea y empecé a trabajar con el mundo de la antigüedad, donde parece que palmariamente faltan figuras femeninas... solo un 7 % de los personajes reflejados en los libros de texto con los que nos educamos son mujeres”, enfatizó.
Un descubrimiento trascendental para ella fue Enheduanna, una sacerdotisa acadia más antigua que Homero.
“Y esta mujer es la primera persona que firma con su propio nombre un texto literario, no la primera mujer, la primera persona, eso quiere decir que la literatura con nombre propio empieza con una mujer”, subrayó.
Finalmente, sobre la necesidad humana de crear historias, comentó que, en su novela El silbido del arquero, el dios Eros envidia a los humanos. Para los dioses inmortales, la vida humana es fascinante por su aventura y pasión.
La teoría de la novela es que los humanos crean historias como una forma de permanencia y trascendencia.
“Es precisamente nuestra mortalidad la que nos lleva a crear algo que nos sobreviva. Entonces, la elaboración del sentido, el hombre en busca del sentido es una dimensión esencial y es la que explora el arte, la creación y esto que llamamos humanidades”, destacó.
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