“Visten” alumnas una ilusión de quince años

Para estudiantes de la Licenciatura en Diseño Textil y Modas, confeccionarse un vestido propio podría ser algo relativamente común; para Rocío, asistida en la Casa Simón de Betania, recibir este donativo –elaborado a su gusto– significó “vestir” sus quince años de ilusión y magia.

Como parte de un proyecto de aprendizaje en el servicio, cuatro alumnas de la Universidad de Monterrey, de diferentes niveles, decidieron cumplir el sueño de Rocío: guiadas por las preferencias de la joven, en aproximadamente mes y medio terminaron la prenda de aniversario.

Finalmente, el pasado sábado 6 de octubre, en la celebración de su aniversario, Rocío pudo lucir el vestido rosa, sobrio pero distinguido, con un bordado confeccionado por las propias alumnas: Alejandra Fabela Tirado, de noveno semestre; Frida Ernestina Pérez Contreras y Jenifer Esmeralda Martínez Gutiérrez, ambas de quinto semestre; y Paola Cecilia González Gojon, de segundo semestre.

El asesor del proyecto, Rafael Hernández Gómez, profesor del Departamento de la Licenciatura de Diseño Textil y Modas, estableció el contacto con la Casa Simón de Betania como una opción de actividad para labor social con los alumnos, tal como el semestre pasado se realizó el Día de Princesas.

El maestro explicó que este semestre la propuesta fue hacer cobertores, de los llamados quilts en inglés, los cuales están en proceso de confección, mientras que la directora y fundadora de la institución, la hermana Anastasia Jaramillo, comentó sobre el caso de Rocío y fue la forma en que se formalizó el compromiso del vestido.

Sencillez y exclusividad

Las estudiantes comentaron que, en una primera entrevista, la adolescente les sugirió su idea de cómo quería el vestido, con lo que ellas perfilaron un primer boceto, que después Rocío aprobó.

Tiempo después, la ahora quinceañera acompañaba a personal de la congregación en unas compras, cuando observó un vestido a la venta cuyo diseño la atrapó y del cual, entonces, les envió fotos, por lo que tuvieron que modificar el diseño de la prenda anterior que ya estaban elaborando para adaptarlo al nuevo proyecto.

“Nos sirvió mucho como enseñanza la experiencia de hacer feliz a alguien por haberle hecho un vestido; tal vez nosotras nos podemos hacer cualquier día un vestido, pero para ella es: ‘me hicieron un vestido como yo lo quise, como yo lo pedí, a mi medida’; entonces, yo siento que le hicimos sentir aún más exclusiva y especial”, relató Frida.

La ahora alumna de quinto semestre narró que la primera vez que Rocío visitó la UDEM para ponerse de acuerdo sobre el boceto del vestido, ella se mostraba indecisa y con neutralidad, pero cuando a la tercera visita, vio el vestido ya elaborado, comenzó su emoción, su actitud era diferente.

“El día de la entrega se lo probamos”, contó Jenifer por su parte, “y, de tan emocionada que se puso, ya hasta estaba cantando su vals… que iba a bailar ‘Tiempo de vals’… y se agarró bailando”.

Agregó que la hermana Anastasia les relató la historia de Rocío y a ella le conmovió mucho; no obstante que, al verla por primera vez, puede parecer unaniña común, conociendo su historia se toma conciencia de que “es una niña muy valiente: ha sido alguien muy fuerte por lo que ha vivido y la ves feliz de la vida, a pesar de que no tiene papás”.

Frida mencionó que el diseño del vestuario se basó en la propia personalidad de Rocío: las alumnas tomaron en cuenta desde el color de su piel, para que el tono de rosa del vestido le fuera bien.

“Luego, escogió un tipo de bordado; en Monterrey hay telas, pero no tantas y no encontramos un bordado similar al que eligió, bonito, que fuera con el diseño; entonces Jeny y yo tuvimos que bordarlo”, comentó Frida.

Jeny afirmó que la personalidad de la quinceañera se reflejó en el vestido, por su sencillez: “la sencillez que tiene Rocío se ve, porque ella no pedía una tela fuera de lo común, sino simple, y con eso le bastó”.

Experiencia de servicio

Alejandra expresó lo enriquecedor de esta experiencia para ellas, como alumnas, porque durante sus estudios se enfocan en la parte de la confección y se abocan a la elaboración de diseños con base en necesidades o inspiración propia.

“Con ese proyecto, pudimos vivir la realidad de lo que es que llegue un cliente y te pida algo, porque generalmente nosotros trabajamos en proyectos de nuestro propio gusto, entonces, no tenemos tanto esa experiencia de que alguien nos pida algo en específico con base a sus gustos”, explicó.

La alumna más avanzada agradeció al maestro Rafael Hernández por darles la oportunidad de participar e impulsarlas, porque no habrían tenido esta experiencia de otra forma.

“Gracias a que hay profesores interesados en nuestro crecimiento, aún más allá de las clases, es que podemos hacer este tipo de actividades”, expresó.

Paola comentó que, en su situación particular como alumna de segundo semestre, dudó en continuar con el proyecto y postergar la experiencia para semestres más adelante: “les dije a Frida y a Jeny: la verdad sí me da miedo, pero ellas me motivaron”.  

“(La experiencia) me está sirviendo mucho para darme cuenta de cómo se mueve el mercado, cómo la gente piensa; y en cuanto a servicio social, me encantaría los siguientes semestres seguirme involucrando en este tipo de actividades, porque te das cuenta de que cosas tan pequeñas, que para una son tan fáciles de hacer, alegran mucho la vida de las personas”, señaló.

Paola mencionó que el profesor Rafael Hernández les explicó la situación en la que viven las personas en la Casa Simón de Betania, tanto adultos como niños y niñas que no tienen papás: “el poder ayudarlos no motivó mucho y ponerte en el lugar de la niña; nosotras ya hemos pasado por esa edad y sabemos la ilusión que es tu fiesta de quince años”.  

Adicionalmente al vestido, se entregarán en noviembre un total de 13 quilts, 11 de ellos elaborados entre 10 alumnas del mismo programa académico y dos por María Eugenia Cázares, profesora del Departamento de la Licenciatura de Diseño Gráfico.